
Si me pudiese teletransportar ahora mismo volveria directamente a San Francisco. Me alquilaria una casa al pie de las Twin Peaks y me haria escritor de profesion. En mi salon solo tendria una mesa delante de un gran ventanal con vistas a la ciudad, una maquina de escribir antigua (nada de ordenadores), una silla comoda -por supuesto-, recambios de tinta para la maquina de escribir, papel en blanco, un florero con un par de flores frescas -para mirar como se marchitan en los momentos en que mi cabeza esta en blanco y que no me deja escribir-. Que mas tendria? Un sofa comodo, en el que poder recibir una visita expontanea y hablar de la vida cotidiana: -"Aun no he salido a comprar el pan". -"Ah no! Pues yo he comprado esta manana un pan de nueces y cranberries que esta de muerte con jamon y queso".
Me esta dando hambre... De todas formas no puedo dejar de pensar en esa habitacion con vistas a San Francisco. De noche, cuando las luces de la ciudad se encendieran, yo seguiria escribiendo. Dejaria una ventana abierta para oir los perros ladrar, oir el murmullo del trafico a la lejania, las sirenas de los barcos que entran y salen de la bahia, y el rujir de los jets despegando del aeropuerto de Oakland.
Mi novela empezaria como una historia de amor imposible, y se convertiria hacia el capitulo ocho en una historia de asesinatos en cadena. El protagonista que padece de imsomnio y que odia el Dim Sum se dedica a asesinar jovenes asiaticos que pasean su perro por una plaza o parque y que aparecen ahogados al dia siguiente en algun punto de la bahia. Un periodista colombiano que pierde a uno de sus mejores amigos en uno de estos crueles asesinatos se dedica a investigar el caso, por supuesto sin consentimiento de las autoridades locales. Al final descubre la pista que le lleva a las puertas de la modara del asesino.

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